10 de noviembre o 67566
dsgdt del calendario
intergaláctico.
Al acercarse las sombras de la noche, la fría realidad del acto irresponsable de los hermanos Tito y Pelusa
Nuñez nos golpeo a
Romulo y a mi como una milonga llena de forasteros y enemigos.
Los dos hermanos, desparejados por culpa de una juerga
galáctica en
compañía de emigrantes
gfrrisianos disolutos,
habían perdido el segundo partido del torneo
intergaláctico en el que se jugaba el destino de la patria, la tierra, y todos sus habitantes.
No contentos con su acción y viendo que su nuevos estado(tres manos y un ojo uno, y el otro tres ojos y ninguna mano) les reportaba ciertas ventajas entre las féminas de razas exóticas, se marcharon sin que hasta el momento hayamos podido saber donde
carajo andan.
Así estaban las cosas, con un partido ganado y uno perdido, a la espera del partido definitivo con los alienigenas del planeta
HGF2: los
ciclopeos vdaed y
grbeerb. y digo
ciclopeos porque estos dos
espécimenes, autenticas bellezas en su planeta, presentan un
único ojo lloroso y legañoso, aunque su estatura no pasa de los miseros 170
centímetros.
Comprenderan que aún
así tenían una ventaja
sicológica sobre la delegación terrestre: ellos estaban listos para jugar y nosotros
habíamos perdido a nuestros campeones.
Quisimos apelar a la gracia
Hercolobusiana para que, con sus malas maneras, nos permitieran una merced temporal para buscar a Tito y Pelusa.
Confiabamos en que el ascendente que el Toba
Vieytes, el toba nuclear, tenia sobre ellos como
bufón exclusivo de la corte pudiera granjearnos su favor.
Lo que
ignorabamos era que el Toba, perdida su gracia y acabados sus pésimos chistes de
Jaimito, había huido al interior del asteroide
Harrison, desde donde
sobrevivia asaltando a los juerguistas que volviendo del asteroide
Zappa, derrochaban sus dineros en las muchas tabernas habilitadas para tal fin.
Nos lo contó nuestro androide traductor, cuando quisimos confiarle nuestro plan para encontrar a los hermanos
Nuñez.
La situación era claramente desesperada.
Romulo y yo pasamos la que sin duda fue la noche más horrenda de nuestra vida, si se excluye la vez en que fuimos a un baile a beneficio
en un barrio hostil y tuvimos que salir huyendo para salvar la vida, sin dinero y sin corbata.
Afiebrados y al llegar la mañana
harrisoniana que solo puede
entreverse por un incremento de las emanaciones que los
harrisonianos nativos expelen para que la
atmósfera sea ligeramente respirable(porque el sol de
aquí ni siquiera calienta)
habíamos tomado una decisión final:
Romulo y yo
tomaríamos las riendas y la responsabilidad del partido, a sabiendas de nuestras limitaciones, confiados en las muchas tardes que pasamos capitalizando las horas en el bar "Roñoso" con los naipes encerados de mugre y en la misma incapacidad de los alienigenas para distinguir matices entre un
terrícola y otro(incapacidad que entre oriente y occidente solemos practicar asidua y respectivamente).
Así que avanzamos, pobres
héroes de
vodevil, muñecos de milonga, humildes soldados de la humanidad, que, ajena a su sino,
seguía impulsándose rutinariamente en sus hábitos habituales, hacia la mesa en la que nos aguardaban los representantes de
HGF2, ante el griterio ensordecedor de una chusma variopinta que se regocijaba en manjares suculentos y otras delikatesens, sin apenas prestar atención a las tres mesas en las que se desarrollaba nuestro grupo . Me
habia puesto las galas de Viernes, las mismas con las que acudo a la "milonga del Oriental".
Romulo por su parte,
habia lustrado sus tirantes y en la gorra, insignia de su autoridad en asuntos del tango, lucía una pluma que el ignorante asociaba con
Robin Hood, pero que
pertenecía a un batracio
arborícola del planeta
Trupc, lugar célebre por sus importaciones de mal gusto(los nativos del planeta
VDRE lo consumen con fruición y abundancia, como muchos terrestres aficionados a los locales de "Tenedor libre").
Debo decir que los
HGFDOSIANOS nos birlaron de puro
caraduras los primeros diez puntos. pero aquellos primeros puntos me permitieron entrever una verdad esencial: nuestros
ciclópeos contendientes
mentían pero con un método sistemático y de una ingenuidad aplastante: Si
tenían Envido o truco no cantaban, si no
tenían nada
mentían como bellacos.
Luego nos enteramos que su complejo sistema religioso les
impedía decir la verdad, para no quedar en evidencia delante de sus abstrusos dioses. Esta misma conducta se aprecia en todos sus actos cotidianos: hacen todo lo contrario de lo que piensan, para no caer en desgracia delante de sus divinidades. Por eso no es posible saber de donde provienen, mienten la ubicacion de su planeta para alejar cataclismos y otras catastrófes naturales.
Una vez establecida esta pauta, me las arregle para
hacérsela saber a
Romulo Papaguachi deslizandola en un verso en el que les cantaba flor a los alienigenas. Tuve que
repetírsela, porque
Romulo es un veterano curtido pero inocente para la
picardía.
Íbamos perdiendo por 15 a 1, de las malas cuando lo entendió por fin.
Entonces, como siguiendo un ritual, como con bronca y
junando, tal como dice el tango,
Romulo accionó ese
grabadorcito pequeño que trajo de la tierra y cuyas pilas contrabandea con oscuros sujetos que hacen sus negocios en
SDUDU, el
espacio puerto del asteroide
Zappa, propiedad del
frívolo y
maniático Sheik yerbuti. Y
así, animados por la clara voz de Angelito Vargas, cantando "a pan y Agua" y "El
porteñito", ganamos casi sin sudar el partido
definitivo, el que habilitaba a la embajada
terráquea para jugar los octavos de final.
Y allí, tan lejos de casa y bajo ese sol pedorro que ni siquiera yerba
podría secar, quise que la muchachada milonguera nos hubiera visto y se mandara unas milongas y unos vinos a nuestra salud.
Y le prometí a Papaguachi que
íbamos a salir de esta, como fuera, para mandarnos un
copetin con el
malevaje y
Romulo, con lágrimas en los ojos me dijo - Ojalá,
pibe, ojalá...